no creer en entidades sobrenaturales no es para cualquiera. no es sencillo ni es una orgía de irresponsabilidad e inmoralidad, al contrario. como no se le puede achacar a un ser superior (o fuerzas o energías) lo malo que pasa en la vida, se tiene que lidiar con la realidad y esa es que mis propias acciones (planeadas o no, correctas o no) son lo que me ha llevado al éxito o al fracaso.
sería muy fácil culpar de todo a que “dios así lo quiso”, “estaba escrito en el cielo” o mamadas así, pero no. soy yo quien me meto zancadillas o me saco del pozo.
así, pensando que hay algo superior que tiene la función, el tiempo y las ganas de ir manejando la vida de los seis mil millones de humanos que pululamos la tierra, es también fácil encontrar consuelo cuando las cosas salen mal. “son pruebas”, “esto me hará más fuerte”, “bienaventurados los pobres porque de ellos será el reino de los cielos”. patrañas!
es fácil, y es una de las causas de la religiosidad de muchas personas, que en el momento de encontrarse en una situación difícil, angustiante, de total desamparo, recurrir a un amigo imaginario llamado dios para encontrar las causas y las soluciones, que muchas veces son:
causa: dios así lo quiso
solución: aceptarlo porque él así lo quiso
no tener ese colchón provoca que (al menos yo) en el momento de estrellarme con los problemas me sangre la nariz. pero pasado el susto inicial y la sensación de desamparo que desata mi ser más irracional, se impera la razón y es como afronto aquello.
y no puedo negar que me da mucho coraje cuando veo las tragedias que han ocurrido en mi vida y me doy cuenta que han sido mis propias estupideces las que me han llevado a ese pozo profundo. pero también me da orgullo ver que lo poco o mucho que he logrado ha sido gracias a lo que está entre mis orejas (aunque a veces se me olvida usarlo, nadie es perfecto).
hay días, como hoy, en que me siento sola (solos siempre estamos, pero no siempre nos sentimos), en que me abruma la nostalgia o la tristeza o la desesperación, y ciertamente sería reconfortante tomar entre mis manos un pedazo de madera y pedirle que me ayude a sentirme bien, y probablemente lo haga por efecto placebo.
y sé que las lágrimas de hoy tienen una causa (hormonal, maldita sea), y sé que los problemas que hoy me abruman tienen solución y respuesta, y sé que la voy a encontrar y en unos días estaré mejor.
pero hoy, por un breve instante, seré frágil, como mañana seré fuerte de nuevo, y así.
nada hay de malo en llorar, y menos hay de malo en saber que soy yo quien dirige mi vida.
sería muy fácil culpar de todo a que “dios así lo quiso”, “estaba escrito en el cielo” o mamadas así, pero no. soy yo quien me meto zancadillas o me saco del pozo.
así, pensando que hay algo superior que tiene la función, el tiempo y las ganas de ir manejando la vida de los seis mil millones de humanos que pululamos la tierra, es también fácil encontrar consuelo cuando las cosas salen mal. “son pruebas”, “esto me hará más fuerte”, “bienaventurados los pobres porque de ellos será el reino de los cielos”. patrañas!
es fácil, y es una de las causas de la religiosidad de muchas personas, que en el momento de encontrarse en una situación difícil, angustiante, de total desamparo, recurrir a un amigo imaginario llamado dios para encontrar las causas y las soluciones, que muchas veces son:
causa: dios así lo quiso
solución: aceptarlo porque él así lo quiso
no tener ese colchón provoca que (al menos yo) en el momento de estrellarme con los problemas me sangre la nariz. pero pasado el susto inicial y la sensación de desamparo que desata mi ser más irracional, se impera la razón y es como afronto aquello.
y no puedo negar que me da mucho coraje cuando veo las tragedias que han ocurrido en mi vida y me doy cuenta que han sido mis propias estupideces las que me han llevado a ese pozo profundo. pero también me da orgullo ver que lo poco o mucho que he logrado ha sido gracias a lo que está entre mis orejas (aunque a veces se me olvida usarlo, nadie es perfecto).
hay días, como hoy, en que me siento sola (solos siempre estamos, pero no siempre nos sentimos), en que me abruma la nostalgia o la tristeza o la desesperación, y ciertamente sería reconfortante tomar entre mis manos un pedazo de madera y pedirle que me ayude a sentirme bien, y probablemente lo haga por efecto placebo.
y sé que las lágrimas de hoy tienen una causa (hormonal, maldita sea), y sé que los problemas que hoy me abruman tienen solución y respuesta, y sé que la voy a encontrar y en unos días estaré mejor.
pero hoy, por un breve instante, seré frágil, como mañana seré fuerte de nuevo, y así.
nada hay de malo en llorar, y menos hay de malo en saber que soy yo quien dirige mi vida.
nadie más.
3 comentarios:
ja! qué cagado.
hoy comí pasta, precisamente. junto con una coca cola y un gansito, como que me volvió la sonrisa...
gracias sugar rush!!!
La gran diferencia entre ateos y teistas es que nosotros los ateos nos hacemos responsables de las acciones que tomamos. A veces las memorias regresan y nos pegan fuerte, pero lo hacen porque nuestro cerebro aun tiene info que procesar para que el aprendizaje sea completo. Espero que te sientas mejor. Abrazo!
pues sí...ya no me siento TAN mal, jaja.
y tienes razón morex, no terminamos de aprender, y aprender no es algo fácil ni indoloro. si así fuera no habría tanto predicador ni curandero del alma ni psicolocos enriqueciéndose por ahí.
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